Blooper Tech Movie XIV – Parque Jurásico

En Parque Jurásico (1993), la informática no es solo un elemento narrativo, es una pieza clave del suspense y del conflicto. A diferencia de otras películas donde las pantallas muestran interfaces ficticias o visualmente espectaculares pero irreales, Parque Jurásico opta por una aproximación sorprendentemente sobria y auténtica.

Durante bastantes escenas, se nos muestran terminales, ventanas de código y comandos que, lejos de ser decorativos, pertenecen a sistemas reales utilizados por programadores profesionales de principios de los años 90. Este detalle, que puede pasar desapercibido para el público general, resulta especialmente interesante desde un punto de vista técnico. En otras palabras, el trabajo de producción es excelente y destaca como una de las películas más respetuosas con la informática real de su época.

No es “código de película”: es software real

Uno de los puntos más interesantes es que el código que aparece en pantalla no fue escrito para la película. No hay pseudocódigo, ni pantallas diseñadas solo para quedar bonitas en cámara. Lo que se ve es software real, ejecutándose en el entorno Macintosh Programmer’s Workshop (MPW), el kit oficial de Apple para desarrolladores en aquellos años. El sistema operativo que se reconoce es un Macintosh clásico (System 7) corriendo sobre máquinas de la serie Quadra, auténticos pepinos para la época. Vamos, que cuando John Hammond decía aquello de «no hemos reparado en gastos», también iba en serio en lo informático.

«No hemos reparado en gastos»

En este punto no se le puede reprochar demasiado a la película. En líneas generales es bastante fiel a la novela, aunque la resolución del problema de seguridad se aborda de forma distinta. En el libro es el ingeniero Ray Arnold quien detecta el fallo y consigue reconducir la situación. En la película, sin embargo, el personaje desaparece cuando va a los barracones a restablecer la corriente del parque, con el resultado que todos conocemos.

Lo curioso es que muchos personajes sí cambian de forma notable con respecto al libro, el niño es mayor y más friki de los ordenadores, Ray Arnold no muere y acaba salvando la situación, o Gennaro es más atlético y bastante más valiente. Sin embargo, el gran disparate técnico permanece intacto.

En la novela se menciona de pasada a un equipo de informáticos de Cambridge que supuestamente colaboró en el diseño del software. Aun así, la puesta en marcha y la explotación del sistema recaen prácticamente en una sola persona, Dennis Nedry. Evidentemente, tanto al libro como al guion les viene de perlas que todo dependa de una única persona para que el desastre sea posible, pero cuesta aceptar que en un parque donde todo está duplicado, el control informático central dependa de una sola persona.

Curiosamente, en uno de los monitores de Nedry se puede ver una foto de Oppenheimer con la frase «Beginning of baby boom», de la que podemos sacar la conclusión de que Nedry es perfectamente consciente de que su trabajo puede tener consecuencias catastróficas e irreversibles. También es un maravilloso guiño del equipo de producción que nos está indicando exactamente donde se va originar el desastre.

Al final, Parque Jurásico no va de dinosaurios, ni siquiera de genética. Va de personas. Y, más concretamente, de personas con demasiado poder y muy pocos compañeros de equipo y poca supervisión.

Desde el punto de vista informático, la película es casi entrañable. Todo es serio, profesional y real… hasta que descubrimos que el sistema más complejo jamás construido depende, en la práctica, de un solo programador cabreado, mal pagado y con demasiadas líneas de código en la cabeza. Ningún comité de arquitectura, ninguna auditoría externa, ningún segundo par de ojos. Solo Dennis Nedry y su teclado. ¿Qué podía salir mal?

Lo curioso es que ni la película ni el libro se molestan en disimularlo demasiado. Te hablan de sistemas redundantes, de seguridad, de control absoluto… pero el corazón digital del parque es un castillo de naipes. Eso sí, un castillo de naipes programado en máquinas de primera, con software real y pantallas que hoy siguen pareciendo más creíbles que muchas producciones actuales.

Quizá por eso Parque Jurásico envejece tan bien. Porque, incluso cuando se equivoca, lo hace con honestidad. No intenta venderte magia disfrazada de tecnología. Te muestra ordenadores de verdad, código de verdad y errores muy humanos. Y al final, tanto en la novela como en la película, el mensaje es el mismo, puedes clonar dinosaurios, diseñar parques imposibles y rodearte de la mejor tecnología del mundo, que si todo depende de una sola persona, tarde o temprano, el sistema se vendrá abajo.

Y no, el problema no eran los dinosaurios, nunca lo fueron.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

29 − 28 =